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sábado, septiembre 03, 2005

K.A.O.S.

Personas en hospitales, geriátricos o centros universitarios piden ayuda al empeorar su situación
"El calor es extremo y hay peleas entre bandas de saqueadores", alertaba un mensaje en la web

LA VANGUARDIA - 03/09/2005NUEVA ORLEANS. Redacción Los equipos de salvamento contaban ayer que ya habían efectuado unos 5.000 rescates en el área de Nueva Orleans. Pero, cuatro días después del arrasador Katrina, los mensajes en la web de The Times-Picayune Interpol ofreció ayuda en la búsqueda de desaparecidos e identificación de víctimas-. Y los mensajes de personas que informaban de evacuaciones o de que estaban bien todavía eran muchos menos que aquellos de quienes pedían ayuda para personas atrapadas en todo tipo de edificios y en situaciones que empeoraban día a día por la falta de alimentos, de agua y la creciente inseguridad. Entre los mensajes empezaban a aparecer algunos de críticos ( "Buscando a Bush". "Vergüenza para Bush"), que reprochaban a la administración por la tardanza con que se socorre a los afectados. HOSPITALES EN SITUACIÓN LÍMITE. "800 aislados en el hospital Universitario. Ha habido muchos muertos. Los mayores daños se localizan en la unidad de cuidados intensivos neonatales", escribía Justin Dees. Había más mensajes sobre este hospital, como también del hospital Baptista: "Médicos, pacientes y personal administrativo están atrapados. Mi hermano, el doctor Bryant King, que está entre ellos, me envía mensajes. Ayer, la dirección del hospital racionó la comida y agua entre los pacientes. Los médicos son forzados a decidir quién debe vivir y quién morirá de inanición. El hospital está rodeado por 2,5 metros de agua. No hay electricidad ni agua; las ventanas están rotas y la gente muere de hambre", escribía una mujer. Y otra: "Mi hermano John pide ayuda. Hay 1.200 pacientes, médicos, enfermeras y demás personal atrapados en el Charity Hospital, rodeados por casi dos metros de agua. No tienen electricidad desde las 5 de la mañana del lunes. Intentan mantener a los pacientes con vida pero han perdido a muchos. Deben sacar los muertos fuera para no tener más problemas sanitarios. Sus provisiones de comida y agua se acaban. Hoy deberán pasar con judías verdes y un vaso de agua. Los guardacostas intentaron trasladar a 30 pacientes en situación crítica pero los saqueadores dispararon a los helicópteros". En el Universitario y el Charity hubo operaciones de evacuación de al menos varias decenas de niños, pero aún seguían muchas personas allí. Por la tarde, hora local, algún mensaje informaba de que el Charity Hospital parecía haber podido ser evacuado por completo. REFUGIADOS DE TODO TIPO. "75 personas muriendo lentamente en Broad con Tulane. Mi ahijada, Brandi Gautreaux, de 26 años, está entre ellos. El lunes se fue hacia el Superdome y no supimos más. Ahora hemos recibido mensajes y dicen que siguen vivos pero que están muriendo lentamente. Creo que están en el ático o azotea de una casa u hotel", escribía Katie Bent. "Hay al menos 100 ancianos de entre 74 y 95 años en Columus Inn, una residencia de la calle Royal. Por favor ayúdenles", alertaba Teresa Ruiz, sobrina de una de las ancianas atrapadas en la residencia. "Mi sobrina y al menos quince estudiantes más están atrapados en los apartamentos Georgian. Son estudiantes de Loyola, Tulane... que no fueron evacuados", escribía otra mujer. "40 estudiantes, incluido mi hijo, están atrapados en la Universidad Xavier sin agua y comida desde el domingo", avisaba Laura McNeal. INCLUSO LOS PRESOS. Ni las prisiones se libran del caos. Un mensaje se interesaba incluso por un recluso: "¿Alguien sabe adónde han traslado a los reclusos de la prisión de Nueva Orleans?" Bradi Couil, desde las afueras de Nueva Orleans decía: "Desde que llegó un autocar de evacuados no paran de ocurrir cosas. Han informado de que cuatro jóvenes han sido violadas, ha habido un tiroteo en el aparcamiento de un super para robar un coche , han tomado un rehén en un Wal-Mart y dos hombres han sido arrestados por llevar armas y cocaína. Necesitamos ayuda y protección". "Mi vecino ha ido por la calle Jackson y ha visto muertos por todas partes de disparos, entre ellos dos chicas que tendría 12 o 15 años. ¿Dónde está la Guardia Nacional? Necesitamos ayuda aquí", decía un hombre. "He hablado con mi tío - pedía ayuda otra persona-. Muchos residentes están atrapados y la situación de inseguridad es desesperada en Riverbend. El calor es extremo y hay peleas entre bandas de saqueadores. Estos saqueadores se han hecho con una excavadora y atacan casas. Mi tío y los demás no saben nada de si van a ser evacuados. Aunque Leake Avenue y River Road están secas tienen miedo de salir por si son disparados o atacados. Esta es una llamada desesperada por si alguien puede acercarse a la zona y ayudarles, ya que yo estoy muy lejos del centro".

Venganza de la naturaleza?

La venganza de la naturaleza, como la ha calificado The New York Times,pone de rodillas a EE. UU. en uno de los puntos económicos e industriales más importantes: Nueva Orleans y la costa del golfo de Texas. Un tsunami lento, provocado por el huracán Katrina, siembra muerte y destrucción, abate los diques del Mississippi preparados por Protección Civil, sumerge la capital del jazz bajo seis metros de agua y paraliza el primer puerto mercantil de EE. UU. y el quinto del mundo. Y mientras la situación se agrava de hora en hora, el norteamericano medio mira con una mezcla de frustración, de rabia y de desilusión hacia la Casa Blanca. El estado del Mississippi está ahora en el centro de una tormenta política, local y nacional. Y se han oído voces que recuerdan a Bush que ha renegado del tratado de Kioto. Una decisión tomada en nombre de un liberalismo desenfrenado, de un pacto perverso en favor del desarrollo a cualquier precio, que ahora se ha traducido en un gigantesco desastre económico para los estados del golfo y para todo el país. Se trata de un "desastre natural autoinfligido", ha sentenciado con ira el The New York Times,que también denuncia la reciente decisión del Senado de cortar los fondos destinados a la Protección Civil de la región de Nueva Orleans. También han dicho las voces críticas que serían necesarios los soldados de la Guardia Nacional que precisamente en Luisiana y Mississippi, por orden de Bush, se movilizaron para ir a Iraq.

Anarchy In USA!

EUSEBIO VAL - 03/09/2005Washington. Corresponsal
Después de cuatro días de agónica espera y creciente indignación nacional, la población atrapada en Nueva Orleans comenzó a atisbar ayer el final de su pesadilla. Acosado por las críticas, el presidente George W. Bush prometió restablecer el orden en la ciudad, convertida en una gigantesca alcantarilla letal y sin ley, y acelerar la ayuda a los afectados por la devastación del huracán Katrina. Sus palabras, pronunciadas mientras realizaba una gira de inspección por Alabama, Luisiana y Mississippi, fueron secundadas por una intervención cada vez más masiva de la Guardia Nacional, que entró en Nueva Orleans con un largo convoy de vehículos, al mando de un teniente general, para acabar con la anarquía y aliviar la desesperada situación de los miles de refugiados en el Centro de Convenciones y en el estadio Superdome. La acción militar, complementada por la presencia de al menos un centenar de autobuses para facilitar la evacuación, había sido pedida a gritos, incluso sin ahorrar palabras gruesas, por el propio alcalde, Ray Nagin, ante el deterioro progresivo de la situación sanitaria y de seguridad en la ciudad. En ésta se siguieron produciendo incidentes violentos, saqueos y el incendio de edificios. El Gobierno federal se ha visto sometido a durísimos ataques, incluso desde medios tradicionalmente afines, por la lentitud de reacción, la descoordinación y los insuficientes recursos destinados a paliar la catástrofe, en especial en Nueva Orleans. Antes de despegar de Washington, Bush admitió que los resultados de la operación humanitaria "no son aceptables", pero luego, ya sobre el terreno, trató de levantar la moral de los responsables de la agencia de emergencias (FEMA) y puso mucho énfasis en que las prioridades inmediatas son salvar vidas y mantener el orden público. Bush se refirió a los 10.500 millones de dólares de ayuda aprobados con urgencia por el Congreso, una cantidad que, según el presidente, es un simple "adelanto". Algunas estimaciones elevan ya a 100.000 millones de dólares - cuatro veces la cifra manejada hasta ahora- las pérdidas económicas como consecuencia del ciclón. Consciente de los reproches, Bush indicó que "donde (la ayuda) no está funcionando bien, vamos a hacer que funcione bien; donde está funcionando bien, vamos a copiarla en otras partes". "La buena noticia es que, aunque a algunos les cueste creerlo ahora, después de este caos tendremos una fantástica Costa del Golfo, como era antes", añadió. Reconoció que ha habido más problemas en Nueva Orleans, pero abundó en su optimismo: "De Nueva Orleans surgirá de nuevo una gran ciudad". Kathleen Blanco, la gobernadora de Luisiana, advirtió que las tropas de la Guardia Nacional están preparadas para "disparar a matar" contra quienes se aprovechen de la anarquía para cometer crímenes. Estas amenazas contrastaron con la prudencia del general Russel Honore, al mando de la task force que dirige las operaciones y que entró con el convoy de Nueva Orleans. "Esto no es Bagdad", dijo a las tropas, a quienes ordenó que, salvo que las cosas se complicasen, apuntaran sus armas hacia el suelo. A la sensación de descontrol contribuyeron varios incendios y explosiones de origen desconocido, como los que afectaron unos grandes almacenes en Canal Street y otro edificio junto al río Mississippi. En el Centro de Convenciones volvieron a producirse episodios trágicos, como una estampida provocada por una de las citadas explosiones, en la que murió un niño de dos años. La llegada de las tropas fue acogida con aplausos y lágrimas entre los evacuados. La situación se alivió también en los hospitales aislados y desabastecidos, como el Charity, el más grande de la ciudad. Las tropas evacuaron de allí a los pacientes más necesitados, incluidos los recién nacidos. Bush hizo parada en Mobile (Alabama), donde le resumieron la situación, y luego se desplazó a Biloxi (Mississippi), una de las comunidades más devastadas por Katrina.En esa localidad conocida por sus casinos flotantes, exhibió el carácter afectuoso que tanta rentabilidad política le ha dado. Abrazó, besó y conversó con dos chicas afroamericanas que se habían quedado sin casa y luego hizo un breve recorrido por la zona sin dejar de agarrarlas por la cintura. Su próximo destino fue Nueva Orleans. La Administración federal ha recibido una avalancha de críticas por la lenta respuesta a la primera gran crisis humanitaria después del 11-S. Un medio tan prorrepublicano como el diario The Washington Times perdió la paciencia y lanzó un insual ataque contra Bush. "Hace muchas horas que esperábamos ver a aquel presidente que vimos en las ruinas del World Trade Center, uniendo a un país perplejo para la acción -afirmó el editorial del diario-. Nos alegramos de que finalmente haya vuelto de sus vacaciones, pero se arriesga a perder una cualidad que sus críticos nunca han podido socavar: su capacidad para liderar y ser visto como líder". En otro durísimo comentario, The New York Times recordaba que la guerra de Iraq está absorbiendo recursos que habrían sido ahora indispensables y que se ha puesto de manifiesto la necesidad de un Ejército más numeroso y una Guardia Nacional no pensada como refuerzo fácil para aventuras militares exteriores sino para responder a emergencias en el propio país. Desde Biloxi, Bush hizo hincapié en que EE.UU. "tiene recursos para hacer dos cosas a la vez", para librar la guerra antiterrorista y afrontar una crisis como la actual. Congresistas del caucus negro convocaron a la prensa para recordar que la población pobre y afroamericana ha sido la principal víctima del Katrina y que es vergonzoso hablar de refugiados,pues se trata de ciudadanos estadounidenses con todos los derechos. Las solidaridad nacional se expresó en numerosas colectas privadas de fondos, alentadas desde la misma Casa Blanca. La compañías aéreas, muchas de las cuales luchan para evitar la bancarrota, se ofrecieron a trasladar gratis hasta a 30.000 personas atrapadas y sin hogar en Nueva Orleans. La evacuación por carretera de miles de personas al estadio Astrodome de Houston (Texas) tropezó con problemas de capacidad. La instalación se llenó y los que iban llegando hubieron de ser transferidos a otros centros de acogida. De nuevo se puso en evidencia que la planificación era mejorable.

El mundo ve el lado oscuro de EE. UU.

Las contradicciones de la gran potencia sorprenden a la opinión internacional
Las imágenes de abandono y desesperación en Nueva Orleans han mostrado al mundo la cara amarga de Estados Unidos. Con una crueldad darwiniana, el huracán Katrina ha planteado dilemas morales sobre el modelo socioeconómico impulsado por Bush y abierto interrogantes sobre la salud de la nación más poderosa.
País admirable, anhelado por emigrantes, de gente generosa y amable, Estados Unidos también tiene un perfil negro

RAFAEL RAMOS - 03/09/2005Corresponsal LONDRESEl jazz ha dejado de sonar, el tranvía llamado Deseo no funciona, los desheredados de Nueva Orleans piden a gritos ayuda y el resto del mundo contempla estupefacto el lado oscuro de Estados Unidos de América, el país más rico del planeta y objeto de pasiones desatadas, el que inspira al mismo tiempo más amor y más odio, más admiración y más desprecio. Pocos conocen tan bien las contradicciones de la sociedad norteamericana como los británicos, y en ningún lugar se analiza con tanta objetividad y agudeza la política de Washington. Pero incluso a orillas del Támesis ponen los pelos de punta esas imágenes de refugiados hambrientos, bebés moribundos y cadáveres flotando que hasta ahora se asociaban con el África subsahariana pero no con la hiperpotencia. "Lo que más sorprende no es la dimensión de la destrucción - escribe en The Times el cronista Gerard Baker, que durante las elecciones defendió a capa y espada a George Bush-, sino las caras de la gente". Y es que las víctimas del Katrina son los sirvientes, jardineros y cocineros de los habitantes de Nueva Orleans que escaparon del huracán en un éxodo ordenado, propio del Primer Mundo, como EE. UU. y pocos más saben hacer estas cosas. Quienes se quedaron atrás carecían de coche, tenían las peores viviendas, estaban enfermos o no encontraron otro lugar al que ir. Son aquellos que, como dicen las canciones country de Crystal Gayle o Willie Nelson que tanto gustan en el Sur, viven "en el lado malo de las vías de tren". No hizo falta que nadie les hiciese vudú en un lugar donde la espiritualidad africana está a la orden del día. País en muchos sentidos admirable, anhelado por muchos emigrantes como el paraíso en la Tierra, de gente generosa y amable, con una energía y un optimismo que se pueden confundir con ingenuidad, Estados Unidos también tiene un lado negro que siempre está ahí - en los guetos del Bronx neoyorquino, el Watts de Los Ángeles y el sur de Chicago-, pero que los blancos ignoran y los turistas pocas veces ven: el del millón de personas sin techo, las decenas de millones sin seguro médico, una expectativa de vida (77 años) in-ferior a la de Europa y Japón, un índice de mortalidad infantil (6,5 muertes por mil nacimientos) impropio de la nación más desarrollada, y las leyes que permiten adquirir armas de fuego a menores que no pueden beber alcohol ni comprar cigarrilos. Son los rifles y pistolas que estos días han convertido el pantanal de Nueva Orleans en una ciudad sin ley, más cerca de Bagdad que de San Francisco. "Las escenas de anarquía y desesperación - comenta un funcionario del Foreign Office británico- no corresponden a un país con un renta per capita de cuarenta mil dólares, con capacidad para exportar democracia a Oriente Medio y teóricamente librar dos guerras simultáneas si es necesario". Lo que ocurre es que hay dos Estados Unidos, el rico y el pobre, el de esa gran clase media con casa en los suburbios y un par de coches en el garaje, y el de los negros olvidados de la mano de Dios entre las plantaciones de algodón de Alabana y los bayous de Luisiana. Y olvidados también de los políticos, policías y militares que abandonaron Nueva Orleans con los primeros vientos del Katrina y que luego han tardado días en poder regresar. La teoría de la supervivencia de los más fuertes se ha aplicado hasta el final, por mucho que la derecha religiosa denoste a Darwin para justificar a Adán y Eva. La renta per capita de Luisiana - uno de los estados más pobres y con mayor índice de obesidad- es de 28.508 dólares, tan sólo ligeramente inferior a la del Reino Unido y Suecia, y superior a la de la UE tras la ampliación. Las imágenes de desesperación y miseria responden sin embargo a una realidad paralela: un1% de la población tiene acumulada tanta riqueza como cien millones de sus compatriotas, y los ingresos de los negros son la mitad que los de los blancos. Un polémico programa de la BBC titulado Lo que el mundo piensa de EE. UU. mostró el año pasado la actitud ambivalente que suscita en el resto del planeta. La opinión de EE. UU. y de sus gentes era más "favorable" (50%) que "desfavorable" (40%), pero dos terceras partes expresaban su desagrado hacia Bush y un 80% condenaba la invasión de Iraq. Un 71% de jordanos y un 61% de indonesios - como botones de muestra del mundo musulmán- calificaban a Estados Unidos como "el mayor peligro para la seguridad y la estabilidad globales". EE. UU. - escribió el comentarista inglés Timothy Garton-Ash antes del huracán- se encuentra en un estadio parecido al de Londres en 1905, víctima de una fatiga imperial que pasa desapercibida por la inercia y la prosperidad, pero que aparece en cuanto se hurga un poco. Algunos de los síntomas son Iraq (que ya ha costado más que toda la guerra de Vietnam), el avance de China e India, el temor a perder la supremacía y las diferencias socioeconómicas que el Katrina ha desnudado de manera obscena. Katrina ha mostrado lo peor y lo más injusto de EE. UU., y tal vez sea cierto que es una superpotencia en declive. Pero los norteamericanos dan lo mejor de sí mismos en momentos de crisis y una cosa es segura: Nueva Orlenas resurgirá de sus cenizas, Tennesse Williams y William Faulkner recobrarán la voz, en el Café du Monde se venderán de nuevo buñuelos, los sauces a orillas del Mississippi dejarán de llorar, olerá otra vez a jazmín y la trompeta de Louis Armstrong tocará las notas alegres de What a Wonderful World.