sábado, septiembre 03, 2005

Anarchy In USA!

EUSEBIO VAL - 03/09/2005Washington. Corresponsal
Después de cuatro días de agónica espera y creciente indignación nacional, la población atrapada en Nueva Orleans comenzó a atisbar ayer el final de su pesadilla. Acosado por las críticas, el presidente George W. Bush prometió restablecer el orden en la ciudad, convertida en una gigantesca alcantarilla letal y sin ley, y acelerar la ayuda a los afectados por la devastación del huracán Katrina. Sus palabras, pronunciadas mientras realizaba una gira de inspección por Alabama, Luisiana y Mississippi, fueron secundadas por una intervención cada vez más masiva de la Guardia Nacional, que entró en Nueva Orleans con un largo convoy de vehículos, al mando de un teniente general, para acabar con la anarquía y aliviar la desesperada situación de los miles de refugiados en el Centro de Convenciones y en el estadio Superdome. La acción militar, complementada por la presencia de al menos un centenar de autobuses para facilitar la evacuación, había sido pedida a gritos, incluso sin ahorrar palabras gruesas, por el propio alcalde, Ray Nagin, ante el deterioro progresivo de la situación sanitaria y de seguridad en la ciudad. En ésta se siguieron produciendo incidentes violentos, saqueos y el incendio de edificios. El Gobierno federal se ha visto sometido a durísimos ataques, incluso desde medios tradicionalmente afines, por la lentitud de reacción, la descoordinación y los insuficientes recursos destinados a paliar la catástrofe, en especial en Nueva Orleans. Antes de despegar de Washington, Bush admitió que los resultados de la operación humanitaria "no son aceptables", pero luego, ya sobre el terreno, trató de levantar la moral de los responsables de la agencia de emergencias (FEMA) y puso mucho énfasis en que las prioridades inmediatas son salvar vidas y mantener el orden público. Bush se refirió a los 10.500 millones de dólares de ayuda aprobados con urgencia por el Congreso, una cantidad que, según el presidente, es un simple "adelanto". Algunas estimaciones elevan ya a 100.000 millones de dólares - cuatro veces la cifra manejada hasta ahora- las pérdidas económicas como consecuencia del ciclón. Consciente de los reproches, Bush indicó que "donde (la ayuda) no está funcionando bien, vamos a hacer que funcione bien; donde está funcionando bien, vamos a copiarla en otras partes". "La buena noticia es que, aunque a algunos les cueste creerlo ahora, después de este caos tendremos una fantástica Costa del Golfo, como era antes", añadió. Reconoció que ha habido más problemas en Nueva Orleans, pero abundó en su optimismo: "De Nueva Orleans surgirá de nuevo una gran ciudad". Kathleen Blanco, la gobernadora de Luisiana, advirtió que las tropas de la Guardia Nacional están preparadas para "disparar a matar" contra quienes se aprovechen de la anarquía para cometer crímenes. Estas amenazas contrastaron con la prudencia del general Russel Honore, al mando de la task force que dirige las operaciones y que entró con el convoy de Nueva Orleans. "Esto no es Bagdad", dijo a las tropas, a quienes ordenó que, salvo que las cosas se complicasen, apuntaran sus armas hacia el suelo. A la sensación de descontrol contribuyeron varios incendios y explosiones de origen desconocido, como los que afectaron unos grandes almacenes en Canal Street y otro edificio junto al río Mississippi. En el Centro de Convenciones volvieron a producirse episodios trágicos, como una estampida provocada por una de las citadas explosiones, en la que murió un niño de dos años. La llegada de las tropas fue acogida con aplausos y lágrimas entre los evacuados. La situación se alivió también en los hospitales aislados y desabastecidos, como el Charity, el más grande de la ciudad. Las tropas evacuaron de allí a los pacientes más necesitados, incluidos los recién nacidos. Bush hizo parada en Mobile (Alabama), donde le resumieron la situación, y luego se desplazó a Biloxi (Mississippi), una de las comunidades más devastadas por Katrina.En esa localidad conocida por sus casinos flotantes, exhibió el carácter afectuoso que tanta rentabilidad política le ha dado. Abrazó, besó y conversó con dos chicas afroamericanas que se habían quedado sin casa y luego hizo un breve recorrido por la zona sin dejar de agarrarlas por la cintura. Su próximo destino fue Nueva Orleans. La Administración federal ha recibido una avalancha de críticas por la lenta respuesta a la primera gran crisis humanitaria después del 11-S. Un medio tan prorrepublicano como el diario The Washington Times perdió la paciencia y lanzó un insual ataque contra Bush. "Hace muchas horas que esperábamos ver a aquel presidente que vimos en las ruinas del World Trade Center, uniendo a un país perplejo para la acción -afirmó el editorial del diario-. Nos alegramos de que finalmente haya vuelto de sus vacaciones, pero se arriesga a perder una cualidad que sus críticos nunca han podido socavar: su capacidad para liderar y ser visto como líder". En otro durísimo comentario, The New York Times recordaba que la guerra de Iraq está absorbiendo recursos que habrían sido ahora indispensables y que se ha puesto de manifiesto la necesidad de un Ejército más numeroso y una Guardia Nacional no pensada como refuerzo fácil para aventuras militares exteriores sino para responder a emergencias en el propio país. Desde Biloxi, Bush hizo hincapié en que EE.UU. "tiene recursos para hacer dos cosas a la vez", para librar la guerra antiterrorista y afrontar una crisis como la actual. Congresistas del caucus negro convocaron a la prensa para recordar que la población pobre y afroamericana ha sido la principal víctima del Katrina y que es vergonzoso hablar de refugiados,pues se trata de ciudadanos estadounidenses con todos los derechos. Las solidaridad nacional se expresó en numerosas colectas privadas de fondos, alentadas desde la misma Casa Blanca. La compañías aéreas, muchas de las cuales luchan para evitar la bancarrota, se ofrecieron a trasladar gratis hasta a 30.000 personas atrapadas y sin hogar en Nueva Orleans. La evacuación por carretera de miles de personas al estadio Astrodome de Houston (Texas) tropezó con problemas de capacidad. La instalación se llenó y los que iban llegando hubieron de ser transferidos a otros centros de acogida. De nuevo se puso en evidencia que la planificación era mejorable.

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